viernes, 20 de diciembre de 2013

Elucubraciones y pseudofilosofadas antes de Navidad

El otro día leí una estadística oficial, sólo el 69,13% de los 460 músicos aspirantes a tocar en el metro de Madrid habían pasado la prueba del jurado, es decir, que 318 pasaron y 142 se quedaron fuera. Entonces pensé en un chico sudamericano que se plantó un día con su guitarra, su amplificador y su micrófono justo delante de mí, dentro del vagón, y se puso a cantar una versión bastante decente y desconocida por mi del famoso “Nada cambiará mi amor por ti” (por lo que leí después en la Wikipedia debía de ser una versión del argentino Sergio Denis, porque él realmente cantaba “Nada hará cambiar mi amor por ti”). Me fijé que a la guitarra le faltaba una cuerda, y la púa que utilizaba para rasgar las cuerdas restantes se le voló de las manos en mitad de la interpretación y esperó pacientemente en el suelo del vagón, pero a pesar de todas las vicisitudes sacó la canción adelante bastante bien.

Pero volviendo a la noticia del casting del metro, ¿se habría presentado a las pruebas de selección?, ¿consiguió pasar el trámite? Supongo que nunca lo sabré porque, aunque me lo vuelva a encontrar otro día, el anonimato de la gran ciudad levanta un muro entre las personas que impide abordar tales cuestiones, hace virtualmente imposible que me acerque a él, me interese por su situación y le pregunte por tales cuestiones. Aunque no tendría por qué ser así, ¿verdad?

Elucubraciones y pseudofilosofadas antes de Navidad
© victoriapeckham - Flickr

Y eso se hace extensible a cualquier persona que me encuentre en el metro, o en el tren, o en la calle.. y no necesariamente en Madrid, también en Valladolid, Zaragoza o un pueblo medianamente grande. Vivimos en una sociedad pero al margen de la gente que forma parte de dicha sociedad. Excluimos a cualquiera que no forme parte de nuestro círculo más cercano, familiares, amigos, vecinos, compañeros.. Y si, como me pasó un día, ves a una chica joven sentada en el metro, a la que se le escapan las lágrimas y solloza en silencio, lo único que puedes hacer es elucubrar con la situación que le ha llevado a ese estado: ¿la habrá dejado el novio?, ¿se le habrá muerto algún familiar?, ¿la habrán despedido del trabajo?, las preguntas típicas que primero te vienen a la mente.. pero seguro que la verdadera razón es muy diferente, quizás hasta llora de alegría por vete tú a saber qué motivo, y nunca lo sabrás porque está a la vez a dos metros y a medio mundo de distancia. Aunque no tendría por qué ser así, ¿verdad?

Pero dejemos atrás las elucubraciones y pseudofilosofadas.

¡Feliz Navidad!

viernes, 13 de diciembre de 2013

A ojo de buen cubero

Hablemos de estadísticas no oficiales, hechas a ojo de buen cubero. Ya he comentado la enorme cantidad de gente que está enganchada a su móvil en el metro. Yo diría que aproximadamente el 80% está chateando a través de “WhatsApp“ (95%), “Line” (4,9%) o aplicaciones similares (0,1%), y el 20% restante se dedica a jugar, normalmente juegos sencillos tipo “Candy Crash” (90%). Claro que hay jugones y jugones, un día vi a un señor mayor jugando con una PSP a un juego de béisbol, pero tenía al lado una hoja con una plantilla para ir apuntando los resultados y estadísticas obtenidos, ¡como si estuviera viendo y siguiendo al detalle un partido de verdad!

A ojo de buen cubero
© OpenClips - Pixabay

De la gente que va leyendo el periódico el 99% lleva en sus manos el “20 Minutos”, pero no tiene misterio ya que lo reparten gratis en algunas entradas del metro, y el 1% restante lee invariablemente “El País”. Esto me chocó enormemente ya que Madrid es uno de los grandes feudos de la derecha, pero pensando un poco en ello realmente tiene una explicación muy sencilla. Supongo que la mayoría de la gente que lee los periódicos “ABC”, “El in-Mundo” o “La sin-Razón” simplemente no viajan en transporte público, sino que los llevan de un lado a otro sus chóferes privados en sus cochazos super mega caros que no podríamos pagar ni con el sueldo de un año (evidentemente es una exageración y simplificación, pero no creo que ande muy alejada de la realidad).

viernes, 6 de diciembre de 2013

Antes muerta que sencilla

Volviendo a la gente “normal” que simplemente viaja en el metro para ir de un sitio a otro y vive en su mundo, por las mañanas temprano siempre suele haber alguna chica que se dedica a maquillarse allí en medio, delante de todos, sin complejos. Se acomodan en algún asiento, porque de pie sería complicado, sacan un espejito o en su defecto el móvil con la cámara frontal activada, abren su cajita de maquillaje y empiezan a empolvarse la nariz y los pómulos con la brocha, con una concentración total, mirándose de un lado y de otro para comprobar las sombras y brillos. Y si no son los polvos es el rimel para las pestañas, o el pintalabios, o incluso unas pinzas para depilarse las cejas..

Antes muerta que sencilla
© AlexVan - Pixabay

A mi no me parece mal, yo no lo haría por vergüenza, y porque no me maquillo, pero no me parece mal. Lo que me choca del asunto son las prisas que se llevan en la gran ciudad, que por ganar unos minutos haya gente dispuesta a maquillarse en el metro.