viernes, 22 de noviembre de 2013

A monja me quise meter

Lo más extraño es la gente que hace cosas raras pero no pide nada, simplemente parece que están un poco trastornados, quizás es la vida en la gran ciudad.

Un día entró una señora bajita justo por la puerta del vagón que tenía yo delante. Aunque no iba vestida como tal parecía una monjita de las de antaño, de esas que cada vez quedan menos. Y fiel a sus apariencias se puso a predicar la palabra de Dios, eso si, aclarando de antemano que no pedía nada a cambio. Estuvo todo el camino hasta la siguiente estación erre que erre, casi sin respirar, hablaba a una velocidad endemoniada, pero tan bajito como ella misma, así que con el traqueteo del metro no se le entendía nada, ni siquiera yo que la tenía a medio metro. En la siguiente parada se bajó y efectivamente no pidió nada a cambio. ¿Habría hecho una apuesta con alguien? Prueba conseguida.

A monja me quise meter
© tpsdave - Pixabay

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