lunes, 10 de marzo de 2014

El casto José

Mis padres trabajaban fuera de casa siendo mis hermanos y yo todavía muy pequeños, así que durante una temporada tuvieron contratada a Aurora, una de las vecinas del segundo, para que les ayudara con las tareas domésticas. Si mis padres no estaban en casa por la mañana temprano, era ella la que se encargaba también de despertarnos, vestirnos, prepararnos el desayuno y mandarnos al colegio.

El casto José
© evilnolo - Flickr

Pero desde mi más tierna infancia he sido muy celoso de mi intimidad y no consentía que ningún desconocido me viera desnudo, así que me cambiaba de ropa yo solo.. ¡debajo de las sábanas! A mi me parecía lo más normal del mundo, pero al parecer Aurora estaba un poco preocupada por mi comportamiento y lo comentaba con mis padres. Todo ese asunto llegó a oídos de mis primas, que también vivían en el segundo, y dio lugar a que se inventaran una cancioncilla ridícula para reírse un poco a mi costa: "el José no tiene pilila, pilila; el José no tiene pilila".

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