lunes, 24 de marzo de 2014

Mis motes

A lo largo de mi infancia y juventud he recibido unos cuantos motes, y la verdad es que me han gustado todos y cada uno de ellos, quizás porque eran divertidos y positivos, o quizás porque nunca llegué a ser consciente de otros motes que no me hubieran hecho tanta gracia..

El primero que recuerdo es de cuando todavía iba a la guardería, donde algunas profesoras me llamaban "El pintor" porque coloreaba los dibujos sin salirme en absoluto de la raya. Yo era muy aplicado y formal en clase, aunque en casa era un pequeño terremoto y mi madre siempre decía eso de "te tenían que ver las profesoras por un agujerito".

Años más tarde, ya en el colegio, estuve llevando durante un curso un chandal de color verde fosforito a clase de educación física, y como da la casualidad de que yo era el mejor en salto de altura me gané a pulso el sobrenombre de "Rana Gustavo". Durante esa época algunos compañeros también me llamaban "El cartero", porque cuando nos daban el boletín de notas de cada evaluación en el mío se leía "sobre, sobre, sobre, sobre..".

Mis motes
© Frank Vincentz - Wikimedia Commons

Al llegar al instituto perdí el contacto con el atletismo de competición, pero pronto mi profesor de gimnasia vio cierto potencial en mi y me animó a retomarlo, así que empecé a entrenar en el Centro de Natación Helios, que por entonces tenía el mejor equipo de atletismo de Aragón, aunque desgraciadamente muchos años después desapareció por falta de financiación. Me especialicé en pruebas de medio fondo, desde 800 a 1.500 metros, y estaba tan delgado y moreno por los entrenamientos al aire libre que Susana, compañera de fatigas y buena amiga, me llamaba "Morceli", evidentemente en honor al gran Noureddine Morceli. Quizás llevar el pelo muy corto y tener una nariz prominente tuvieran también algo que ver.

La nariz sigue siendo la misma, pero en la Universidad empecé a dejarme el pelo más largo, y al tenerlo ensortijado como el protagonista de la adaptación cinematográfica de "El Señor de los Anillos", me quedé con el nombre de "Frodo".

Mis motes
© oseillo - Flickr

Más tarde, aunque no era el más alto de sus tíos, mis sobrinos pequeños comenzaron a llamarme “Gigante”, sin duda impresionados por la gran diferencia de altura entre ellos y yo, aunque ahora que han crecido, y alguno hasta me mira por encima del hombro, no se explican el por qué me llamaban así no hace tanto tiempo.

El último apodo que me han puesto ha sido en el trabajo, nuestros clientes de British Airways me confundían con otro José que trabaja en Iberia, así que a Mike, mi Jefe de Proyecto en Dublín, no se le ocurrió otra cosa que llamarme un día “JLo”, como a Jennifer López, y con eso me quedé, aunque a veces trae confusiones porque la gente que no me conoce personalmente no sabe si soy un hombre o una mujer. Mi compañero Isidro se ha inventado involuntariamente una variante, ya que la pronunciación de su inglés no es muy buena y cuando me llama suena más bien “Yellow”, a lo que yo siempre contesto, “¿qué pasa Blue?”.

Y esos son todos los motes que conozco. Seguro que no son los únicos, pero quizás es mejor no saber..

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