lunes, 3 de marzo de 2014

Y a ti, ¿qué te pica?

Seguro que alguna vez te has puesto nervioso en presencia de algún bicho y alguien te ha dicho eso de que "si no le haces nada él tampoco te lo hará a ti". Pues al menos con las avispas esa máxima no se cumple.

Un día, como tantas otras veces, había acompañado a mi madre a la carnicería del barrio, aunque creo que por aquel entonces se usaba más la palabra carnecería. Estábamos aguardando nuestro turno cuando nos percatamos de que una avispa se paseaba impunemente por el establecimiento, revoloteando a ras de suelo entre las piernas de los clientes. Cuando se acercó a mi me quedé quieto esperando y deseando que no me hiciera nada, en una especie de pacto silencioso entre caballeros. Pero la avispa se introdujo por los bajos de la pernera de mi pantalón y comenzó a ascender rozándome la pierna, ante lo cual el pacto quedó automáticamente roto y empecé a patalear y a gritar pidiendo ayuda. Mi madre se puso a golpearme el pantalón intentando obligar a la avispa a que deshiciera su camino, y entonces sucedió lo inevitable, me picó.

Y a ti, ¿qué te pica?
© alfonsobenayas - Flickr

Es la única vez en mi vida que me ha aguijoneado una avispa, y espero que sea la última, porque lo recuerdo como algo tremendamente doloroso. Finalmente pudimos sacar a la avispa de su escondrijo y rematarla sin ningún remordimiento, mientras yo sollozaba desconsoladamente. Pero como nunca hay mal que por bien no venga, la carnicera me ofreció una porción de chocolate para que mis penas fueran menores. Mmm.. ¡qué rico!

No hay comentarios:

Publicar un comentario