viernes, 22 de mayo de 2015

A lomos del caballo metálico

Mi tía María Pilar y mi tío Mariano, hermana mayor y hermano menor de mi padre respectivamente, solían pasar muchos fines de semana y veranear con todos sus hijos, mis diez primos paternos, en un pueblecito de Teruel llamado Torrevelilla. Nosotros, en cambio, sólo íbamos por allí de visita en muy contadas ocasiones.

A lomos del caballo metálico
© bitxi - Flickr

Éramos muchos primos y no había camas para todos, así que si nos quedábamos a dormir tocaba compartir jergón, y a mi me emparejaban siempre con mi primo Pablo, físicamente cuatro años mayor que yo, pero más joven mentalmente debido a una ligera discapacidad intelectual. A mi no me importaba ser compañeros de cuarto, pero a veces era demasiado cariñoso y podía terminar bastante hastiado de sus caricias y besuqueos.

Una de las cosas que más me sorprendía cuando paseaba por el pueblo era que todas las casas tenían las puertas abiertas y ningún vecino guardaba bajo llave sus pertenencias, algo totalmente impensable en la gran ciudad donde me había criado.

Pero el recuerdo más nítido que tengo de ese pueblo es que fue allí la primera (y última) vez que he montado en moto. De paquete, por supuesto, pues aún era demasiado joven para pilotarla yo mismo. Mi primo Miguel me llevó por una estrecha carretera sobre una vieja y ruidosa motocicleta y, aunque supongo que no alcanzamos mucha velocidad, notar el viento en la cara y esa sensación de libertad fue muy estimulante. Naturalmente, ninguno de los dos llevábamos casco, ese tipo de medidas de seguridad son muy modernas.

Por ejemplo, en aquellos tiempos montábamos en el 850 de mi padre todos los que cupiéramos, primos y más primos apiñados encima de otros primos o algún adulto, ¡y sin cinturón de seguridad! Ahora ni se nos ocurriría hacer nada semejante, y no sólo por la multa y perdida de puntos del carné de conducir que ello conllevaría, sino porque estamos mucho más concienciados con la seguridad vial. Por suerte nunca nos pasó nada y estamos aquí para contarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario