viernes, 23 de octubre de 2015

Dentadura postiza

Años después de que mi cuerpo se hubiera desprendido de mi último diente de leche, estando ya en plena adolescencia, una buena mañana me desperté con la inquietante y turbadora sensación de que uno de mis colmillos superiores comenzaba a moverse ligeramente.

Dentadura postiza
© sandervds - Flickr

Dejé pasar unos días sin decir nada a nadie, esperando que fuese una falsa alarma, pero la oscilación de la pieza y la holgura de la encía iban en aumento con el paso del tiempo. Estaba claro que iba a caerse, y no iba a haber ningún otro diente creciendo por debajo para sustituirlo. Ya me imaginaba usando dentadura postiza como mi abuelo Perico, y dejándola por las noches en un vaso de agua con una pastilla limpiadora como hacía él.

Afortunadamente, mis cálculos eran erróneos y en realidad aún me quedaban algunos dientes de leche. El colmillo volvió a brotar, algo inclinado hacia adentro debido a la falta de espacio, pero totalmente funcional. Cuando un tiempo después el otro colmillo comenzó a moverse también, no me pilló tan de sorpresa y el susto fue mucho menor.

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