lunes, 7 de abril de 2014

Con dos cojones

Recuerdo que estábamos en clase de manualidades, allá por primero de E.G.B., elaborando un collage con un montón de botones de colores. Creo que el dibujo era una flor, seguramente un regalo para el día de la madre. Un par de compañeros no hacían más que molestarme viniendo de vez en cuando a mi mesa y quitándome algunos botones en cada ocasión. Hasta que me harté y en la siguiente visita les grité a todo pulmón: "¡cojones!". Toda la clase se quedó automáticamente en silencio, y la profesora, a la que tenía en muy buena estima, sacudió la cabeza reprobatoriamente mientras decía algo así como "dejadlo, debe ser lo que está acostumbrado a escuchar en su casa".

Con dos cojones
© theglitches - Flickr

Al principio no me di cuenta de lo que estaba pasando, ¿por qué tanto revuelo si los que me estaban tocando las narices eran los otros chicos? Yo sólo les había acusado de estar cogiéndome los botones, cojones, del verbo coger: yo cojo, tú coges, ellos cojones.. Y entonces me di cuenta de lo que había dicho en realidad, ¡qué vergüenza!, y entendí el verdadero significado de tierra, trágame..

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