viernes, 11 de abril de 2014

El que no pita no pasa

Antes de empezar a usar el metro con asiduidad estaba acostumbrado a un único tipo de transporte público: el autobús urbano. La forma de usar uno u otro difiere principalmente en el lugar dónde validas tu billete, abono o tarjeta de transporte. En el metro lo haces cuando accedes a alguna de las estaciones, y una vez dentro puedes estar todo el día en los túneles, pasando de una línea a otra a través de los intercambiadores y recorriendo todo el subsuelo de la ciudad. Por el contrario, en el autobús validas el billete cuando te subes en él, y si cambias de línea debes volver a validarlo, aunque afortunadamente en casi todos los sitios que conozco te permiten hacer el transbordo sin tener que volver a pagar, si no durante todo el día, si al menos durante un tiempo prefijado.

El que no pita no pasa
Revisor - Dominio Público
Pero tanto en un medio de transporte como en el otro siempre hay algún listillo que intenta viajar sin pagar, y por eso existe la figura del revisor. En el autobús estaba acostumbrado a que el revisor subía por sorpresa en alguna parada y recorría su interior pidiendo el billete a todos los usuarios uno por uno, así que suponía que en el metro sería similar.. ¡pero no! La primera vez que vi a los revisores del metro fue una sorpresa, porque no estaban dentro de un vagón como hubiera esperado, sino fuera. Eran dos y se habían colocado taponando uno de los pasillos más estrechos, casi formando una cadeneta al son de "el que no pita no pasa", mientras pedían el billete a todos los que íbamos en una dirección determinada. El resto de la gente era libre de atravesar sin problemas la membrana semipermeable que habían creado.

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