viernes, 13 de noviembre de 2015

Alas de mariposa

Un año, en el colegio San Braulio pusieron en práctica un pionero programa de desdoble que ofrecía apoyo a los estudiantes más necesitados y una ampliación de contenidos para los alumnos más aventajados. Un par de horas a la semana nos juntaban con los compañeros de la otra clase, nos dividían en dos grupos, y mientras unos se dedicaban a repasar y reforzar conocimientos básicos, otros aprendíamos algo tan valioso como.. poesía.

Alas de mariposa
© juan_e - Flickr

Don Javier era el profesor con mayor sensibilidad artística que he tenido nunca. Era un magnífico dibujante, y el que nos enseñaba en aquellos ratos los entresijos de versos y estrofas, animándonos a crear nuestras propias composiciones literarias. A final de curso, recopiló de entre todos los alumnos los mejores poemas y los publicó internamente en un pequeño volumen encuadernado artesanalmente por él mismo. Hasta hizo su propio pegamento a base de cola de pescado para unir los lomos. Una de mis creaciones formó parte de esa selección, aunque no era precisamente la que más me gustaba a mi, y además la retocó de acuerdo a sus propios criterios sin ni siquiera pedirme permiso, lo cual me pareció una profanación artística en toda regla.

Asimismo, algunos alumnos le facilitamos una antología de todos nuestros escritos de aquel año (en mi caso mecanografiados con una vieja Olivetti, pues los ordenadores e impresoras caseros aún eran cosa del futuro), junto a unas tapas de cartón decoradas a mano, y nos confeccionó nuestro propio librito, un recuerdo que aún conservo en algún rincón de casa. Mis versos trataban fundamentalmente sobre vivencias personales: el día de la madre, las palomas de la plaza del Pilar, la supuesta araña que me picó un día en el pie, un homenaje a un amigo y compañero de clase.. Eso si, no aconsejo releerlos hoy en día, pues la calidad literaria dejaba bastante que desear, al fin y al cabo eran las rimas facilonas de un chiquillo.

Don Javier también nos enseñaba ciencias, y en el laboratorio tenía una colección de insectos disecados que nos animaba a ampliar incorporando nuestros propios hallazgos. Con esa idea en mente, estaba un día rebuscando entre la hojarasca del Parque Deportivo Ebro intentando hallar algún buen ejemplar de escarabajo, cuando me topé con un montón de enormes alas de mariposa desperdigadas por el suelo. No eran aptas para la disección, pues faltaban los cuerpos de los insectos, pero su tamaño y coloración bien podrían haber dado para una buena oda. Lástima que en ese momento no tuve la inspiración adecuada.

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