lunes, 24 de febrero de 2014

50 céntimos, media peseta

De pequeño rondaban por casa varias monedas antiguas, reliquias de tiempos pasados, que ya no estaban en circulación. Como niños curiosos que éramos, mis hermanos y yo les preguntábamos a mis padres el valor que tenían aquellas piezas en comparación con la peseta que conocíamos y manejábamos, y ellos nos aleccionaban encantados de transmitir ese conocimiento tan importante que de otro modo se hubiera perdido para siempre (entonces no existía Internet):

  • 50 céntimos, media peseta.
  • 1 real, 25 céntimos.
  • 1 perra gorda, 10 céntimos.
  • 1 perra chica, 5 céntimos.

50 céntimos, media peseta

Los domingos al salir de misa acostumbraba a comprarme algún caramelo en la tienda de chucherías estratégicamente situada en frente de la parroquia local. Mis preferidos eran unos de colores, alargados y rellenos de regaliz, que siguen volviéndome loco hoy en día. Por una peseta me daban dos, así que un día acudí con una moneda de 50 céntimos y me dispuse a comprarme uno solo de esos caramelos tan ricos. Las matemáticas no fallaban, la lógica era aplastante, pero por desgracia la moneda ya no era de curso legal.

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