viernes, 14 de febrero de 2014

No vuelva a arrodillarse

Cada persona que pide limosna en el metro tiene su discurso y actuación bien aprendidos. Muchos no destacan por nada en especial, pero hay otros, los que suelo reflejar aquí, que te llaman la atención por una cosa u otra.

Un día entró un chico con pinta de haberse escapado de un campo de concentración nazi, demacrado más allá de lo saludable y con la mirada perdida en el infinito. Decía que tenía un cáncer terminal y que llevaba tres días sin comer, y la verdad es que ambas cosas daban la sensación de ser ciertas. Se arrodilló en mitad del vagón pidiendo dinero o comida y cuando por fin se levantó un señor de mediana edad que estaba muy cerca lo cogió del brazo y le dijo "no vuelva a arrodillarse". Lo siguiente no lo entendí muy bien, pero imaginé que era algo así como "no es usted menos persona que ningún otro, no debe humillarse de esa manera, sólo debe arrodillarse ante Dios". Me dio mucha pena, seguramente el que más de todos los necesitados que he visto hasta la fecha en el metro.

No vuelva a arrodillarse
Magdalena penitente (Canova)

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