viernes, 17 de octubre de 2014

De pobres no salimos

Un día mis padres me habían mandado a hacer algún recado a una tienda del barrio cuando, horrorizado, me percaté de que por el camino había perdido el billete de 100 pesetas que me habían confiado para pagar. Quizás ahora parezca poco dinero, al fin y al cabo equivalen a sólo.. ¡60 céntimos de euro!, pero en aquella época daban para mucho, aunque eso si, 100 pesetas más en el bolsillo no te sacaban de pobre.

De pobres no salimos
Billete de 100 peseta

Como es natural mi madre se enfadó muchísimo por el descuido y me tuvo rastreando toda la zona junto a mis hermanos durante un buen rato para ver si lo encontrábamos, aunque obviamente el billete nunca apareció. Así que, como castigo para que la próxima vez tuviera más cuidado, y para que comprendiera el valor del dinero y el esfuerzo que cuesta ganarlo, me quedé sin chucherías después de la misa de niños de los domingos durante una buena temporada.

Seguramente aprendí la lección, porque con el tiempo me convertí en el más ahorrador de mis hermanos, e incluso en más de una ocasión me pidieron dinero prestado para afrontar sus gastos o darse algún capricho adicional cuando ya se habían gastado su asignación semanal.

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