viernes, 21 de noviembre de 2014

A mis abuelos

Todos mis abuelos eran entrañables y nos hicieron pasar grandes momentos cuando éramos pequeños.

A mis abuelos
© Aloneibar - Wikimedia Commons

A mi abuela materna, Daniela, la recuerdo vagamente porque coincidimos pocos años en este mundo. A mi abuela paterna, María Pilar, la admiré y amé hasta que le dijimos el último adiós hace muy poco, lóngeva a pesar de sus excesos con el tabaco, y siempre lúcida hasta el final.

Mi abuelo materno, Pedro "el cosquilloso", nos hacía reír a carcajada limpia, clavándonos sus huesudos dedos en nuestras sensibles costillas hasta que nos quedábamos sin aliento y casi perdíamos el sentido. Luego le pudo la demencia y nos puso en alguna que otra situación incómoda, como aquella vez que trajo un pájaro desplumado a casa porque mi hermana pequeña tenía que ver de todo.

Mi abuelo paterno, Pepe "el cuentacuentos", nos deleitaba siempre con las mismas historias, una y otra vez, y aunque nos las conocíamos de memoria las disfrutábamos igualmente hasta el final en cada ocasión. Fue él quien me inició en los secretos del lenguaje musical, y guardo como una reliquia el pequeño violín 3/4 que utilizó cuando era niño, aunque más tarde se especializó y se dedicó en cuerpo y alma al piano. También es la primera persona a la que vi comer las migas acompañadas con pan.

Allá donde quiera que estéis, siempre os querremos y os echaremos de menos.

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