viernes, 14 de noviembre de 2014

Pájaros de barro

Un año nos apuntamos con mis primas a clases extraescolares para aprender los secretos del modelado de la arcilla. Teníamos que ir todos los sábados por la mañana a una oscura sala del colegio, donde dábamos rienda suelta a nuestra vena más artística.. y sucia, manchándonos de barro pastoso hasta las orejas. Después de amasar y dar forma a nuestras vasijas o figuras el profesor las horneaba para que adquirieran la consistencia final, y si tenías ganas podías decorarlas pintándolas con vivos colores y exhibirlas en un lugar privilegiado en el salón de la casa de tus padres. Sinceramente creo que mis creaciones nunca merecieron tal honor, ni siquiera la energía necesaria para calentar el horno. Aunque ducho en otras artes como el dibujo o la música, claramente la escultura no era lo mío.

Pájaros de barro
© Locutus_Borg - Wikimedia Commons

Un sábado llegamos al colegio y nos encontramos con que estaba cerrado, nadie nos había avisado de que ese día se habían suspendido las clases. Yo estaba dispuesto a regresar a casa, pero mi prima Ana nos convenció de que podíamos aprovechar y quedarnos por ahí jugando durante el tiempo supuestamente dedicado a nuestra actividad extraescolar, y así lo hicimos. Cuando regresamos a casa mi madre nos preguntó cómo había ido la clase, nosotros dijimos que muy bien, y nunca se supo de nuestra pequeña e involuntaria pirola.

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