lunes, 8 de diciembre de 2014

Las armas las carga el diablo

Muy de vez en cuando aparece en el periódico la crónica de algún desafortunado accidente en el que un niño ha matado a otro con un arma de fuego. Hace muchos años, yo pude haber sido la víctima de un suceso similar.

Las armas las carga el diablo
© jprohaszka - Pixabay

Como tantas otras veces habíamos ido de visita a Villafranca de Ebro, a casa de mis tíos Pepe y Vitoria. Nos gustaba mucho ir a verles, porque mi tío trabajaba en una fábrica de golosinas y siempre tenía ingentes cantidades de caramelos y gominolas defectuosos para obsequiarnos. Estábamos explorando el granero mientras los mayores se ocupaban de sus cosas, cuando de repente mi hermano Rubén se giró hacia mí con una escopeta de cartuchos entre las manos y, antes de que me diera tiempo a reaccionar, me apuntó a la cabeza y apretó el gatillo. Supongo que debió de ser muy divertido para él, pero yo me quedé helado. Por fortuna para todos, aunque normalmente las armas las carga el diablo, en esta ocasión se le había olvidado y el susto no llegó a los noticiarios.

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