viernes, 2 de enero de 2015

¿Castigo divino?

¡Feliz año nuevo!

La tarde anterior al día de mi Primera Comunión teníamos que pasarnos por la parroquia para que nos dieran las últimas instrucciones antes de la ceremonia: cuándo y en qué orden entrar, cómo colocarnos frente al altar, quién iba a leer cada lectura o las peticiones, qué debíamos responder en cada momento, etc. Pero lo más importante de la cita era que nos confesáramos con el cura para recibir por primera vez la hostia consagrada lo más puros de espíritu posible.

¿Castigo divino?
© Tamorlan - Wikimedia Commons

Yo acudí a la hora indicada a la iglesia-guardería del barrio, pero no vi a nadie de mi grupo ni por los alrededores ni en el interior. Bajé las escaleras hacia el corazón del edificio y recorrí todas las estancias sin encontrar a nadie conocido, así que me marché sin darle mayor importancia, suponiendo que habían cancelado o cambiado la reunión y no me había enterado. De vuelta a casa me encontré por la calle con algún conocido y me quedé jugando un rato, así que cuando llegué a casa nadie dudaba de que había pasado todo ese tiempo donde se supone que tenía que haber estado. De hecho mis padres me preguntaron que cómo había ido la reunión y por no dar explicaciones mentí y dije que bien.

Al día siguiente la celebración fue un éxito y al finalizar recibí multitud de felicitaciones y regalos de toda la familia. Después estuve jugando con mis hermanos y mis primas al lado de la acequia, hasta que marchamos a festejarlo degustando un montón de riquísimos pinchos, tapas y bocadillos en el bar que mis tíos Ángel y Lola regentaban en el Arrabal. Me harté tanto de comer y jugar que por la noche acabé vomitándolo todo.

Años más tarde, en la Universidad, tenía un compañero numerario del Opus Dei que me contó que no está permitido comulgar en pecado, al parecer es un pecado todavía mayor. Entonces me acordé de la mentira que le dije a mis padres el día antes de mi Primera Comunión y pensé "¿mi vómito de aquel día fue algún tipo de castigo divino?". No, sólo una mezcla explosiva de comida, juegos y emociones fuertes.

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