lunes, 21 de marzo de 2016

Peligro sobre (dos) ruedas

En verano nos juntábamos una nutrida pandilla de chavales y chavalas de nuestra calle y pasábamos todas las horas posibles jugando al aire libre, charlando, corriendo, saltando y dando vueltas por el barrio con las bicicletas. A veces, me tocaba llevar a mi hermano Jesús en la parrilla trasera de mi bici, sobre todo cuando nos alejábamos varias calles de nuestra casa. En una ocasión, estaba haciendo una carrera contra otro chico mientras llevaba a mi hermano pequeño de copiloto y al llegar a la meta me percaté de que con la velocidad y la adrenalina lo había perdido por el camino sin darme cuenta. Menos mal que no se hizo daño. Al menos gané la competición.

Peligro sobre (dos) ruedas
Se me fue de las manos - Dominio Público

Otro día andábamos cerca del río y una de las ruedas de nuestra vecina Cecilia estaba demasiado desinflada, así que nos acercamos a la gasolinera en la que trabajaba mi tío Fileto y como el mayor del grupo me dispuse a hincharla con la manguera de aire comprimido. No lo había hecho nunca, pero no podía ser muy complicado. El problema es que no sabía a qué presión debía parar, y antes de darme cuenta una tremenda explosión me cegó momentáneamente y me dejo sentado en el suelo con cara de tonto. La cámara de goma no había aguantado y tenía una raja de más de un palmo de largo, sin arreglo posible, así que no nos quedó más remedio que regresar a casa andando, acompañando a Cecilia mientras tiraba de su bici con esfuerzo. Por mucho que me disculpé, creo que esa debe de ser la principal razón por la que su padre me miraba siempre con cara de odio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario