lunes, 20 de junio de 2016

Jarabe del Dr. Manceau

Que mi golosonería no tenía límites era un hecho bien conocido. Aún así, mis padres seguían empeñados en poner a mi alcance una y otra vez dulces manjares de lo más variopintos que mi nula fuerza de voluntad no podía dejar de degustar.

Jarabe del Dr. Manceau
La sobredosis de este jarabe nunca me ha afectado

De niño, hacía continuos viajes a escondidas hasta la nevera para dar pequeños sorbos directamente de la botella de Jarabe del Dr. Manceau, más popularmente conocido como jarabe de manzana. Era un medicamento, un laxante, pero estaba tan bueno.. ¿Mis padres no se daban cuenta de lo poco que duraba? De todas formas no debía de ser muy eficaz, porque siempre he ido al baño un poco estreñido.

Siendo algo más mayor, abría disimuladamente la lata de la leche de almendras que le ponían a mi abuelo Perico para desayunar, cogía una cucharada bien colmada de su denso contenido, la acercaba hasta mi boca salivante dándole vueltas y vueltas rápidamente sobre su eje para que no se derramara ni una sóla gota, y saboreaba su pastosa dulzura con los ojos cerrados por el éxtasis.

Seguramente hubiera sido feliz viviendo en la casita de chocolate de Hänsel y Gretel, al menos hasta que hubiera abierto un agujero en alguna pared.

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