lunes, 6 de junio de 2016

Violencia sin sentido

Eran los años de secuestros, tiros en la nuca y bombas lapa. Ni siquiera durante la dictadura la barbarie de ETA estaba justificada o legitimada, pero aún menos entonces. Era un completo sinsentido, se mire por donde se mire, en una sociedad moderna, civilizada y democrática como la nuestra, y ninguna de sus acciones armadas tenía su razón de ser. Hasta consiguieron que el resto de los ciudadanos mirásemos con recelo a los vascos y navarros, y nos alejásemos atemorizados de cualquier vehículo matriculado en estas comunidades autónomas.

Violencia sin sentido
© Macotera Nieto - Wikimedia Commons

En nuestro barrio se levantaba una casa cuartel de la Guardia Civil, donde muchos integrantes de este cuerpo de seguridad del Estado trabajaban y vivían con sus familias. Se accedía a la entrada principal a través de una estrecha calle que tomábamos a menudo con el coche para desembocar en la Avenida de Cataluña, pero en la que por motivos obvios de seguridad no estaba permitido el estacionamiento. Quizás era muy pequeño, pero nunca tuve la sensación de que pudiera ser peligroso transitar por aquella zona.

Tres años después de mudarnos al nuevo barrio, en diciembre de 1987, ETA colocó un coche bomba en la casa cuartel, matando a 11 personas, entre ellas 5 niñas, y dejando más de 80 heridos, la mayoría civiles. La onda expansiva destrozó ventanas en cientos de metros a la redonda, entre ellas las del edificio en el que habíamos vivido durante tantos años. Las imágenes de televisión mostrando las ruinas de la fachada principal eran espeluznantes, hasta el punto de que costaba reconocer el lugar por el que tantas veces habíamos pasado antaño.

Ese mismo año, unos meses antes, ETA había atentado con otro coche bomba al paso de un autobús de la Academia General Militar junto a la iglesia de San Juan de los Panetes, matando a dos personas e hiriendo a más de 30. Recuerdo muy bien aquella fecha, porque mi hermano Daniel solía hacer ese trayecto regularmente, a la misma hora en que se produjo la explosión, para acudir a su instituto, el Mixto 4. Afortunadamente, por algún motivo que desconozco, ese día mi hermano no había asistido a clase, librándose de verse involucrado y quizás afectado por la atrocidad perpetrada.

Pero estas dos acciones terroristas que nos tocaban tan de cerca, te hacían sentir que no estabas a salvo en ningún lugar. Supongo que eso es justo lo que querían conseguir, provocar terror. Y de paso, el odio de una gran mayoría de la población española. Hasta hubo una época en la que disfrutaba imaginando que me convertía en un comando de las fuerzas especiales, me infiltraba más allá de las líneas enemigas y acababa de una vez para siempre con esa lacra de la sociedad. Por fortuna, las cosas han cambiado mucho y a mejor desde entonces.

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