lunes, 20 de abril de 2015

Tobogán improvisado

Mi madre nos contó una vez la historia de un niño que había sufrido un accidente mortal en una de las casas donde vivió de pequeña. Al parecer, los chiquillos solían utilizar inapropiadamente la barandilla de las escaleras como si fuera un improvisado tobogán, y aquel fatídico día uno de ellos perdió el equilibrio y cayó desafortunadamente por el hueco de las escaleras hasta estamparse mortalmente en el patio interior.

Tobogán improvisado
El tobogán de la muerte - Dominio Público

Claro que una desgracia así sólo podía suceder en los viejos caserones que tenían un gran espacio en el centro de las escaleras, y que en muchos edificios fue utilizado posteriormente para instalar un ascensor. En nuestra casa no había tal hueco, solo una pequeña abertura de apenas un palmo, y yo bajaba muchas veces de un piso a otro deslizándome por la madera del pasamanos sin correr el riesgo de precipitarme al vacío. Eso si, siempre sin testigos cerca que pudieran delatar mi pequeña travesura.

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