lunes, 13 de julio de 2015

Auto confabulación de un cuerpo adolescente

El cuerpo humano es una máquina muy compleja sumida en un proceso de evolución y cambio constante, compuesta por multitud de subsistemas que pueden desajustarse en cualquier momento o sufrir comportamientos extraños de forma puntual.

Auto confabulación de un cuerpo adolescente
© frolicsomepl - Pixabay

De vez en cuando, y sin motivo aparente, notaba cómo se formaba y escurría una gota de líquido por el interior de mi nariz, y cuando iba a secármela descubría horrorizado que no era moquita como había sospechado en un primer instante, sino sangre de un color rojo brillante. A veces el líquido vital comenzaba a manar tan rápidamente que no me daba tiempo a usar un pañuelo y dejaba un rastro bermellón a mi paso, como aquella vez que iba vestido con el kimono de Judo, de un blanco impoluto, y lo usé como lienzo donde plasmar mi peculiar estilo de involuntario arte abstracto biodegradable. Nunca supimos la causa real de mis pequeñas hemorragias, los médicos decían que probablemente era alguna venita que simplemente se irritaba y provocaba el flujo carmesí, y que una posible solución era cauterizarla. Pero no hizo falta. Un buen día, tan súbitamente como había empezado, todo terminó y no volví a sangrar espontáneamente cual estigmatizado en pleno trance de iluminación trascendental.

También hubo una temporada en que mis ojos se volvieron locos y cada uno quería salirse de su cuenca en direcciones opuestas. En realidad el problema radicaba en que sentía una molestia, como una sequedad continua, y en vez de aliviarme restregándome los ojos con las manos, gesticulaba con toda la cara y parpadeaba de forma rápida y exagerada tratando de mitigar mi incomodidad. Un profesor del colegio le comentó a mis padres que había que ponerle freno cuando aún estábamos a tiempo, antes de que esa conducta gestual se convirtiera en un tic crónico e incontrolable. Así que cada vez que notaba que me estaba sucediendo, hacía un esfuerzo de autocontrol y, con el tiempo, los espasmos acabaron remitiendo y desapareciendo para siempre. El poder de la mente sobre el cuerpo en plena acción.

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