lunes, 22 de febrero de 2016

Un guante con poco aguante

No soy de los que van perdiendo o dejándose las cosas olvidadas por ahí, pero hace muchos años, al final de un largo y crudo invierno, volvía un día a casa después del colegio por un camino distinto del habitual, atravesando varios descampados, cuando uno de mis guantes de lana decidió conocer mundo y saltó de mi bolsillo. Evidentemente no me di cuenta en ese preciso instante, o lo habría recuperado al momento, sino que me percaté de su ausencia unos días después del suceso. Y aunque durante las semanas siguientes lo busqué por todas partes, no tenía ni idea de dónde lo había perdido y nunca apareció.

Un guante con poco aguante
¿Alguien ha visto mi guante? - Dominio Público

Al invierno siguiente tuve que utilizar otro par de guantes, obviamente. Ya entrada la primavera, después de unos días lluviosos, volvía a casa después del colegio atravesando los mismos descampados que un año antes cuando, de repente, vislumbré un tejido húmedo, sucio y raído medio enterrado en el barro, ¡era mi guante perdido! Aún tenía por casa guardado a su hermano gemelo, pero me dio tanto asco y repulsión que ni siquiera hice ademán de recuperarlo y lo dejé allí para que siguiera descomponiéndose, sirviendo de alimento y alojamiento a futuras generaciones de insectos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario