lunes, 4 de abril de 2016

Hombre lobo en el trastero

Mi padre siempre ha sido muy manitas y ha hecho todo tipo de chapuzas en casa, desde cosas sencillas como montar un armario o arreglar una persiana, hasta trabajos nivel experto como alicatar un suelo o cambiar la instalación de la calefacción al completo, cañerías y radiadores incluidos. Pero, sin lugar a dudas, su obra maestra fue diseñar y construir un altillo en el trastero con el fin de duplicar su superficie útil, dotándolo eso si de un incómodo acceso mediante una escalera metálica excesivamente pegada a la pared.

Hombre lobo en el trastero
¡Como para no salir corriendo! - Dominio Público

Un día, mi padre me pidió que le acompañase al trastero para ayudarle a buscar y subir a casa alguna cosa. Él iba delante y se puso a trepar al altillo mientras yo esperaba mi turno al pie de la escalera, pero a mitad de ascensión se detuvo bruscamente y, completamente agarrotado, comenzó a emitir unos gruñidos escalofriantes y extraños. Al instante supe qué es lo que estaba ocurriendo y, lo que es más importante, qué es lo que tenía que hacer. Sin duda, mi padre se estaba transformando en un hombre lobo, el ser sobrenatural más peligroso de cuantos existen, y del que difícilmente podrías escapar si tienes la mala suerte de toparte con uno cara a cara. Así que, antes de que tuviese tiempo de completar su letal metamorfosis, salí corriendo hacia casa como alma que lleva el diablo.

No me siento muy orgulloso de mi irresponsable comportamiento, pero en aquel momento esa opción fue la primera que se me pasó por la cabeza, y la adrenalina hizo el resto. No pensé en que mi padre pudiera estar sufriendo un infarto al corazón, un ataque epiléptico, un cólico o cualquier otro tipo de dolencia, y que muy probablemente necesitase de mi auxilio y asistencia. Cuando al cabo de un rato apareció por casa sano y salvo, todavía siendo humano, recuperado del temporal achaque y pidiendo explicaciones por mi repentina desaparición, se me cayó la cara de vergüenza.

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