lunes, 30 de mayo de 2016

Relevos 4x400

Mi primera competición de atletismo por equipos fue como integrante del relevo 4x400. No sé qué criterio siguieron para seleccionarme, supongo que la falta de candidatos, porque era la primera vez que corría un 400. Además me pusieron en la segunda posta, la que tiene que coger la calle libre y por tanto la más complicada técnicamente hablando.

Relevos 4x400
La recta interminable - Dominio Público

Sonó el pistoletazo de salida y los primeros relevistas salieron en estampida a toda velocidad, mientras los segundos nos colocábamos en nuestras calles en espera de recibir el testigo. Mi equipo, el Helios, era toda una institución en aquella época, el mejor club de atletismo de Aragón sin ninguna duda, acaparando a los mejores atletas de la Comunidad. Así que no es de extrañar que en la recta final de la primera vuelta fuésemos ya en cabeza y yo fuera el primero en comenzar la segunda vuelta.

Salí como alma que lleva el diablo, sin preocuparme de dosificar fuerzas, pendiente únicamente de no tomar la calle libre hasta haber superado la compensación de la primera curva. Terminé la contrarrecta en primera posición. En la segunda curva mantuve el ritmo, y después supe por boca de mi antiguo amigo JJ que mis compañeros estaban boquiabiertos, preguntándose de dónde había salido ese corredor desconocido que estaba realizando una gran prueba. Completé los primeros 300 metros y encaré la última recta aún en cabeza. Fue entonces cuando, sin previo aviso, el ácido láctico al que no estaba acostumbrado ni por asomo agarrotó todos los músculos de mi cuerpo.

Los últimos 100 metros se me hicieron eternos. El cuerpo me pesaba una tonelada y la meta parecía cada vez más lejana debido al efecto túnel que difuminaba entre una preocupante neblina mi visión periférica. El resto de corredores comenzaron a adelantarme uno a uno, mientras mis compañeros me seguían animando a grandes voces, gesticulando aparatosamente como si pudieran empujarme en la distancia hacia la línea de llegada. Pero yo no entendía nada de lo que decían, porque el sonido de sus voces me llegaba ralentizado y distorsionado, como el canto de una ballena. Finalmente llegué hasta el tercer relevista de mi equipo y le entregué el testigo.. en última posición. En sólo 100 metros había dilapidado toda la ventaja que teníamos pasando de ser cabeza de carrera a terminar como farolillo rojo.

No me enteré de nada más. Salí de la pista como pude y me derrumbé en un rincón hasta bien concluida la prueba. Nadie se preocupó por mi estado físico, que no empezó a mejorar hasta que vomité todo lo que tenía en el estómago. Poco a poco fui recuperando la nitidez en la vista, y las fuerzas necesarias para poder ponerme en pie, para descubrir con sorpresa que finalmente habíamos ganado la carrera a pesar de mi desastrosa actuación. Así es como yo lo veía, pero la verdad es que nadie me lo echó nunca en cara. Quizás si hubiéramos acabado perdiendo la cosa hubiera sido diferente.

Siempre lo digo, sin duda alguna la prueba más dura del atletismo son los 400 metros lisos. Sé de lo que hablo, y no sólo por esa primera experiencia, pues me tocó disputar el relevo muchas otras veces, algunas incluso pocos minutos después de haber corrido los 800 metros, la segunda prueba más dura del atletismo. Pero era joven y tenía toda la energía del mundo.

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