lunes, 23 de marzo de 2015

Protección solar para puercoespines

La primera vez que visité un zoológico, o al menos la primera vez de la que tengo constancia, ocurrió hace muchos años, en Madrid, aprovechando uno de los viajes que hicimos para ver a mi tío-padrino-tocayo y su familia, cuando todavía vivían en la capital del reino.

Protección solar para puercoespines
© JimmyDominico - Pixabay

Sólo guardo un fugaz recuerdo en mi memoria, estar asomándome a una especie de foso para contemplar a un puercoespín, y ver mi gorra amarilla de leche Pascual cayendo al fondo del agujero, perdida para siempre en los dominios del enorme roedor. Espero que hiciera buen uso de ella, porque me dió mucha rabia extraviarla de una forma tan tonta después de haberme acompañado durante varios años, desde aquel día en que una avioneta de propaganda sobrevoló la playa de Salou ondeando al viento una enorme pancarta de leche Pascual y arrojando montones de gorras iguales a los bañistas.

También fue en Madrid la primera vez que recuerdo haber entrado en contacto con la nieve, pero seguramente fue en un viaje diferente, porque no creo que en invierno hubiera necesitado la gorra para protegerme del ardiente sol, ni que hubiéramos pasado el día visitando el zoo en la época más fría del año. Es más, pensándolo bien, tampoco estoy seguro de que mi gorra perdida en la guarida del puercoespín fuera la de leche Pascual, es probable que fuera otra distinta y con el tiempo he mezclado ambas en un único recuerdo. Jugarretas de la memoria.

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