lunes, 9 de marzo de 2015

Volando voy, volando vengo

Probablemente, el tipo de mascota que más veces ha pasado por nuestra casa sean los pájaros, y dentro de ellos, sin duda alguna los periquitos. Los hemos tenido de todos los colores imaginables, unos más simpáticos que otros, de mayor o menor inteligencia, que han sobrevivido meses o incluso años.. pero todos ellos sin excepción han tenido un rasgo en común, nombres tan ridículos como Pío, Perico, Periquín, etc.

Volando voy, volando vengo
© Andrey_Photos - Pixabay

Sin duda el que más tiempo pasó con nosotros, el más listo y cariñoso de todos, fue uno que capturó al vuelo mi primo Javi mientras paseaba en bici por el barrio La Jota. Le dejábamos la puerta de la jaula abierta para que saliera cuando le apeteciera, revoloteaba por el pasillo y el salón, se posaba en el hombro de mi padre cuando éste le llamaba por su absurdo nombre ofreciéndole pipas, y cuando tenía hambre, sed o ganas de descansar, él mismo volvía a su jaula, que claramente consideraba su hogar. Además, era de agradecer que nunca intentara arrancarte la yema del dedo con su pico ganchudo cuando le querías acariciar el suave plumaje. Pero un mal día Aurora, la vecina que subía a echar una mano con las tareas del hogar, se dejó una ventana abierta y el pájaro voló en busca de nuevos horizontes siguiendo la llamada de la naturaleza. No regresó jamás.

Años más tarde, viviendo ya en el Actur junto a otro periquito, un buen día comenzó a poner diminutos huevos similares a los de codorniz, y así descubrimos que en realidad era una periquita. Por aquel entonces mi prima Almudena, hermana mayor de Javi, venía a casa a cuidar de mi hermana pequeña y a ayudar con las tareas del hogar. Sin ningún tipo de escrúpulos, cocinó los huevos hirviéndolos durante unos minutos y se los comió. Yo no tuve estómago para probarlos, aunque no dudo de que estaban igual de exquisitos que los huevos de otras aves que solemos degustar como manjares. La pobre periquita falleció después de aquella experiencia, al parecer a causa de un huevo a medio poner que se le quedó atascado dentro, obstruyéndole el aparato digestivo. Que descanses en paz en el cielo de los pájaros.

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